Pamplona y comarca, sensaciones mil, imborrables. La capital de Navarra aúna su pasado patrimonial e histórico con la modernidad complementada con todo su ocio. Y bien cierto es que, como nos dicen sus guías turísticos, Pamplona “invita a disfrutar pausadamente de sus parques y a callejear por su casco antiguo; invita a dejarse tentar por su gastronomía y sus populares pinchos, regados con un buen vino con Denominación de Origen Navarra”.
Además, siguen diciéndonos, y al igual que Pamplona, “la Cuenca permite gozar de la tranquilidad en sus pequeños pueblos, enclavados en un paisaje de transición entre las montañas del Pirineo y las llanuras de la Ribera”. Yo te recomiendo, por ejemplo, que te acerques hasta la Casa-Museo del escultor Jorge Oteiza en Alzuza, el Museo Etnográfico de Arteta o el románico de Gazólaz y Cizur Menor.
En cuanto a Pamplona mucho te podría contar y aún así me quedaría corto, pero baste ahora con reseñarte que, en lo que respecta a la naturaleza, el mejor de los parques es el de la Ciudadela, seguido por la circundante Vuelta del Castillo y parte del Parque Fluvial del Arga.
Si lo que buscas es arquitectura militar, sáciate con la Ciudadela que es quizás el mayor exponente renacentista hispánico, pasea junto a los cinco kilómetros de las murallas de la ciudad y cruza el puente románico jacobeo de la Magdalena. Mas si lo que te agrada es el gótico sin duda que te sorprenderá la catedral, al igual que su fachada neoclásica. Además tienes muchas iglesias, palacios y museos en los que pasear la mirada y el alma.
Para el corazón festivo Pamplona tiene en julio sus encierros en honor a San Fermín que tanta fama internacional tienen gracias al escritor Ernest Hemingway. Y si lo que te gusta es callejear, degustar la gastronomía típica o las tapas, vas a sentirte a gusto en Pamplona, aunque eso sí te recomiendo que pruebes el cordero de la Cuenca de Pamplona y, durante los Sanfermines los platos de toro de lidia.
En torno a la ciudad tienes el monte Ezkaba o San Cristobal, gran mirador de la Cuenca de Pamplona, y enclave amado por senderistas, ciclistas de montaña y practicantes del parapente, con una cima en la que subsisten las ruinas de un gran fuerte militar.
En la parte norte de la Cuenca de Pamplona puedes pararte en Sorauren (puente medieval, iglesias y casas-torre de piedra), Ostiz (casa central con casonas señoriales), Ciarruiz (iglesia gótica) y más arriba llegas al Robledal de Orgi y el Valle de Ultzama. Apúntate también, desviándote ahora hacia poniente: Larumbe (dos iglesias porticadas), Ochovi (palacio armero con dos torres). Asimismo, ya en el Valle de Ollo puedes ver el museo etnográfico de Arteta, así como su nacedero homónimo.
Si optas, por el contrario, partir desde Pamplona hacia el este, puedes ver Arazuri (buen castillo), Ororbia (iglesia gótica), Etxauri (casas-torre medievales) y la sierra de Etxauri. Y dentro de la Cuenca se encuentran, un poco más al este, Belascoáin, los monumentos de Puente de la Reina, la ermita octogonal de Santa María de Eunate y la iglesia de Olcoz. Otras poblaciones de la Cuenca a reseñar: Tiebas (castillo), Monreal I(puente medieval), Noáin (acueducto), Artaiz (iglesia románica), Urroz (caserío bien conservado), Alzuza (Museo Jorge Oteiza)…
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